"No te fíes nunca de las apariencias..."

sábado, 12 de diciembre de 2009

The island of vampires 18


– ¿Estás asustada? – giré el rostro para mirarle y me sorprendió encontrármelo a poquísimos centímetros de mi cara.
– Sí, lo estoy, así que más vale que apartes tu cara.
– Oh, así que la pequeña humana tiene carácter..., mejor. Me gustan rebeldes – esto no me estaba gustando nada, así que me levanté instintivamente para irme – No. – me agarró la muñeca y empujándome contra la pared miró mis ojos con su gélida y atractiva mirada. En ese momento un escalofrío cruzó mi torso. Aunque tardé algo en reaccionar, lo conseguí.
– Suéltame – dije con contundencia.
Él hizo odios sordos ante mi petición obligatoria. Tensó sus brazos y apretó mis muñecas aún más contra el muro. Pero no me hizo daño, lo hacía suavemente.
– Quizás pienses que todos los vampiros, somos horribles, sin sentimientos, pero creo que la idealización que tiene la sociedad hoy en día es muy insultante para nosotros. No nos tomáis en serio... – su carcajada inundó la estancia. Algunos de los presentes se percataron de Abdiel y salieron apresurados – Supongo porque de alguna forma ya no vivimos en el mismo mundo – él ya no me miraba a mí. Su mirada, soñadora y melancólica, yacía perdida frente a mí.
– Porque gracias a Dios la humanidad, o parte de ella, no sabe realmente que existís.
– Ah, Dios... sí, hace tiempo que dejé de creer en él. Las personas como tú o como yo en tiempo atrás, creéis en ese tipo de cosas para olvidaros del desastre de mundo en el que vivís, de la muerte.
– Yo no creo en Dios. – zanjé – Y mi gran pregunta es porque no habéis irrumpido aún en nuestras vidas. Porque no habéis empezado una guerra... porque si vosotros existís... habrá más tipo de monstruos ahí fuera, ¿o no?
– Eso no te interesa. Al menos de momento... – la puerta se abrió de par en par y tras ella apareció Jack. Él me miró atónito, como si le sorprendiera que estuviera allí. Abdiel ya había cogido la chaqueta y se dirigía hacia la puerta con paso firme.
– Abdiel, tu hermana ha llegado – vi como sus puños se cerraban y temblaban al ejercer fuerza. Cuando Abdiel pasó por su lado se paró y en una frase audaz, no pude oírla, dejó a Jack anclado en el suelo alfombrado. Éste fijó su mirada en mí y vacilante abrió la boca, pero la volvió a cerrar, dio media vuelta y se marchó.
Noté una vibración en el bolsillo izquierdo del vestido. Extraje el móvil y vi el número, seguramente sería Sam o Charlie.
– ¿Emily? – su voz sonaba más aguda al otro lado de la línea.
– Sí, Sam, hola.
– ¡Emily! Cuantas ganas tenía de escuchar tu voz – pegó un grito y rió. Pude oír a Charlie a lo lejos pidiendo que le dejara hablar – ¿Cómo te va por allí?.., ¿Es eso que oigo música?
– … Sí – pensé unos segundos que escusa podría inventarme. Le dije lo primero que se pasó por mi cabeza – Es que estamos celebrando el cumpleaños del... alcalde. Y está la música muy alta.
– Ah, vale. Espera te paso al plasta de Charlie. – se oyeron unas risotadas y poco después ya tenía a mi amigo al otro lado del auricular.
– Hola Emily. Si que has tardado en llamarnos – Charlie parecía más reacio a instigar.
– Ya, lo siento chicos. Es que he estado muy ocupada y aparte tú y Sam ya sabéis lo poco que utilizo el móvil.
– Tranquila. Nosotros también hemos estado ocupados a nuestra manera. Sabías, la semana pasada se llevaron a Thomas Hurck, era una pareja joven.
– ¿En serio? Me alegro por él... Mira, Charlie, creo que en un largo tiempo no voy a poder pasarme por allí – mejor decírselo cuanto antes.
– ¿Qué? ¿Por qué? – oí decir a Sam qué pasaba.
– Es que quiero ganar algo de dinero. Estoy trabajando en un bar de aquí, y bueno, es posible que me compré una casa – anhelé en ese momento volver atrás. Volver a estar en el pueblo, sin saber de verdad a lo que me enfrentaba.
– Bueno, lo siento Emily pero vamos a cenar ya. Ya hablaremos en otro momento, ¿vale? – tuve ganas de llorar. Yo, en aquel lugar horrible y repleto de bestias y ellos con sus compañeros y amigos juntos. Pero no. No debía arrepentirme de lo que había hecho, porque aún me quedaba descubrir que tenían que ver en esto mis padres y los de Leonard – Emily, ¿estás ahí?
– Sí, lo siento estoy algo ausente. Pues ya hablaremos... sí. Adiós Charlie.

Colgué y metí el móvil de nuevo en el bolsillo. Salí de allí y volví a estar entre la masa de gente bailando. De repente sentí la necesidad de ver a Leo. De abrazarle. De oír su voz diciéndome que lo conseguiríamos. Pero ahora lo veía todo negro. ¿Tan difícil era ser optimista? Desde luego que no, al menos en este ambiente.
Aceleré el paso. Entonces oí como cambió la música. Mucho más fuerte y extravagante. La masa creció como el pan y me apretujaron entre ellos. Perdí la salida de vista y me desorienté. Fue cuando algunos me miraron con cara deseosa mientras saltaban y movían sus cabezas y brazos como serpientes su cuerpo. Sus rojos ojos se encendían como el fuego. Empujé con fuerza a la multitud hasta llegar casualmente a la puerta por donde había entrado. Mi respiración agitada por el nerviosismo y el miedo surgía y resurgía de mi boca y nariz. Definitivamente tenía que descubrir todo lo que quería saber y salir de allí lo antes posible. Pero..., Leonard, él ahora se estaba convirtiendo en uno de ellos. ¿Qué se supone que podría hacer? Ni él ni yo podríamos volver a nuestra antigua vida. Según lo que decidieran, o viviríamos allí o moriríamos de la peor forma posible a sus manos.
Volví por el mismo camino por el que había llegado, antes de llegar a las escaleras vi en una minúscula salita a Abdiel de espaldas y una mujer delante de él. Por lo visto hablaban acaloradamente. La chica, de aspecto joven pero algo mayor que Abdiel agitaba los brazos arriba y abajo con furia. Tenía una larga melena lisa del color dorado, al igual que Abdiel, que le llegaba por debajo del pecho. Lo curioso era que ninguno de los dos alzaba la voz. Solo se oía un ligero siseo. Ella le dio un empujón y anduvo hacia mí, me miró con desprecio. Abdiel también pareció darse cuenta de mi presencia y me dedicó una mirada inexpresiva, poco después desapareció en otra dirección.
Tras la extraña escena seguí mi curso. Al llegar a mi habitación me quité el vestido y me puse la ropa que llevaba antes. No sé si podría dormir pero al menos lo intentaría. Habían pasado muchas cosas y todas en un tiempo muy reducido. Leonard, vampiros, decisión del oculto consejo, fiesta demasiado a su estilo como para gustarme y llegar a ser segura... Si pudiera hablar con alguien, con una persona que me comprendiera, que no me tomase por loca.

Desperté cuando algunos rayos de sol entraron por debajo de la cortina. Ahora era el mejor momento para pasear tranquilamente por aquel lugar, no podía quedarme allí encerrada.

The island of vampires 17


¿Sí? Orfanato Hamley – reconocí la voz de la directora del centro.
– ¿Directora Rose? Soy Emily.
– ¿Emily? Oh, Emily, que alegría. ¿Qué tal te van las cosas? – como era lógico no le podía contar nada.
– Muy bien, – intenté mentir – me he instalado en un pueblecito, y bueno, trabajo en un bar. Esto no esta nada mal.
– Me alegro, de verdad – noté franca alegría en su voz.
– Rose, tengo que hablar con Sam y Charlie, por favor.
– Oh, vaya, lo siento Emily, pero... no están. Han salido a hacer la compra con las cocineras. Si quieres les digo que te llamen después. Dime tu número...
– No hará falta, Sam lo tiene. Si puede que me llame más tarde.
– De acuerdo. Bueno, adiós.
– Adiós – colgué.

Quería despedirme de ellos, porque en el caso de que...
Unos fuertes golpes en la puerta me hicieron reaccionar. Me levanté y anduve poco a poco hacia la puerta.
– Le pido, madame, que se vaya vistiendo ya, la fiesta ha comenzado – aquella voz con acento francés no la reconocí. Seguramente fuera alguno de sus lacayos. Mi ánimo no estaba para fiestas, pero solo de pensar lo que podían hacerle a Leonard... Busqué en el armario el atuendo anteriormente mencionado por Abdiel. Era un vestido negro, de abundancia de encajes y más encajes posados encima de otros. Claramente de estilo gótico. Era demasiado fúnebre para mí pero esto era lo que tenía. La falda me llegaba más o menos a la altura de las rodillas. Y unos zapatos de tacón oscuros, demasiado exagerados respecto a la altura, lucían en mis pies contrastando con mi piel blanca.

Salí de la habitación y seguí a dos chicos de aspecto ambiguo, por sus largas melenas negras y su maquillaje en los ojos. Cuando se percataron de mi presencia estallaron en murmullos, no obstante, siguieron su camino. Bajando por unas escaleras en las paredes vi enormes cuadros de guerras y diversos retratos de la misma persona. La cual me recordaba indudablemente a Vlad, el hombre que supuestamente mandaba en este antro.
Al llegar a un amplio recibidor, el cual estaba vacío, oí un latido lejano. Las paredes estaban forradas de papel rojo, con una cenefa color cereza. La decoración no era muy abusiva. Dos tiestos a cada lado de una puerta y una enorme alfombra en el centro de la habitación.
Caminé hacia la puerta de madera. Los extraños latidos resurgían de ella. Alargué la mano y el pomo se giró sin yo haberlo tocado. Con un ruidoso chasquido el portón se entreabrió. Fue en ese momento cuando pude escuchar el latido con más claridad. Era música, en un volumen altísimo. Empujé la madera y se deslizó con facilidad. Mi cuello se estiró para ver lo que había detrás. Cientos de personas bailaban acumuladas en un recinto grandioso.
A simple vista parecía una discoteca normal y corriente, pero si uno se fijaba podía ver las diferencias. Personas bebiendo un sospechoso líquido rojizo de copas de cristal como si de champán se tratase. Algunos, en los sofás, en mitad de orgías de besos y mordiscos. Y en lo alto de la cumbre que se alzaba siguiendo unas escaleras, estaban sentados siete personajes contemplando cada escena que llenaba la estancia.
Se cerró la puerta detrás mío, con otro sonido molesto. Nadie se dio cuenta. Avancé poco a poco mirando de reojo las imagines más horribles y obscenas que podría haber visto en mi vida. Noté algo frío en mi mentón. Alcé la mirada y vi a Abdiel, con una coleta que recogía su pelo.
– ¿Te gusta este sitio? – no le contesté, mi mirada estaba fija en dos vampiros que le estaban quitando la vida a una chica en una de las esquinas.
– No demasiado – espeté apartando su mano.
– Ah, eso lo dicen todos... pero luego uno... se acostumbra. Ven. – cogió mi mano y avanzamos entre la multitud, que bailaba y saltaba.

Me arrastró hasta una pequeña sala VIP donde, de nuevo, vi a más vampiros disfrutando de la noche. Me hizo sentarme en un sofá alargado que se encontraba pegado a una de las paredes. No me hacía demasiada gracia estar en aquel lugar, con aquel... chico. En mi interior una casi inaudible vocecilla empezó a soltar un discurso, el cual fue aumentando de volumen a la vez que el cuerpo de Abdiel se acercaba a mí. Éste se quitó la chaqueta de hilo negro y la dejó sin miramientos en el reposabrazos más próximo a él. Me pegué lo más posible al costado del asiento. Abdiel era de ese tipo de chicos del cual una chica no debería fiarse, ignorando su naturaleza vampiríca.

The island of vampires 16

Tras penetrar en el recibidor pude ver la gran escalera que caracterizaba a los más famosos castillos de los cuentos de hadas. Una larga alfombra roja que se dobla miles de veces siguiendo el ángulo de los escalones de mármol. Una barandilla de madera, de un tono miel. A ambos costados de la escalera, junto a la pared, sillones de estilo victoriano de colores púrpuras y dorados. Una puerta, de fina madera tallada en largos pétalos de flores, a mi izquierda. Y un pequeño grupo de personas si es lo que eran, murmurando.
El pálido chico avanzó unos pasos por delante y dejó caer su capa. Unos segundos después una chica menuda, que surgió del grupo que hablaba cerca nuestro, corrió y recogió la tela del frío suelo de piedra.
Él me miró con una sonrisa de suficiencia y se encogió de hombros:
– No es mucho de nuestro estilo llevar capas, pero nuestro amo sigue estando chapado a la antigua. – rió – Por cierto, me llamo Abdiel, encantado. – se arrodilló y tendiendo mi mano, rozó sus rojos labios contra mi piel. Pude oír un ligero gruñido que provenía de Leo, que se encontraba a unos metros de Abdiel y yo.
En ese momento oí un taconeo. Giré mi cuello a la vez que Leo. El tal Abdiel, sin haberme dado cuenta, yacía de pie apoyado de pie, a unos cinco o seis metros de mí, en la barandilla, contemplando a su amo. El sonido de los zapatos venía de un hombre de mediana estatura, de aspecto joven, con un acaramelado color de pelo, que le colgaba en una fina y larga coleta en el hombro derecho.
– Bienvenidos a nuestro hogar. – en una brillante sonrisa mostró sus colmillos. En su habla dejaba escapar un acento rumano – Soy Vlad, digamos el que toma el mando de estos jóvenes y no tan jóvenes – miró a Abdiel – aprendices.
Me quedé helada. Esa voz. Aquella voz fría y contundente, pero profunda era la de mi sueño. La que había clavado sus alargadas y afiladas uñas en mi cuello. Un amarga electricidad cruzó de hito a hito mi cuerpo. Miré a Leo quien se retorcía en el suelo agonizante.
– Quiero que le ayudéis. Por eso he venido aquí – me temblaban las manos.
– Oh, ya lo sé. He sido informado de tus condiciones. De momento te enseñaremos tu nueva habitación, los componentes del consejo tienen que llegar aún de sus respectivos países y tardarán unos pocos días.
– ¡No! No quiero dormir en este sitio. – el corazón me latía como nunca, como un pequeño potro corriendo.
– Me parece que no estás en posición de negarte – alzó la mano señalando a Leo.
– Emily... vete de... ¡AQUÍ! – la última palabra sonó como un terrible gruñido de león. Caminé hacia atrás. Dios santo, ¿en qué bestia horrible se estaba convirtiendo? ¿Qué podía hacer? Tanto Leo como yo estábamos metidos en esto, por cualquier razón que tuviera que ver con nuestros padres, pero ahora eramos nosotros los que sufriríamos las consecuencias. No podía desentenderme de Leonard, no podía.
– Me quedo – seguía escuchando los gritos de Leonard. Me dolía la cabeza. Dos hombres corpulentos vestidos con unas largas túnicas rojas y botas de piel desgastada lo cogieron por los hombros y le ataron a la boca una tela. Desaparecieron tras una puerta de hierro que se escondía tras el hueco de la escalera – ¿Dónde lo llevan? – pregunté con nerviosismo.
– Tranquila, cuidarán bien de él. Ya verás. Durante unos días tu amigo Leonard va estar algo... cómo decirlo... agresivo. Así que es más seguro para todos que esté en las mazmorras. – contestó Vlad – Ve con Abdiel, él te mostrará tu habitación. Vamos – cuando me di cuenta ya estaba detrás mío, y me empujaba escaleras arriba, junto a Abdiel.

Abdiel hizo una reverencia y me dejó pasar. Me condujo escaleras arriba hasta llegar unos dos pisos más arriba. Cruzamos un largo y no muy amplio pasillo con lámparas de aceite. No había mucha iluminación. Me estaba preguntando cómo podría huir de ese laberinto de castillo si fuera necesario.
– Por cierto, – di un pequeño saltito del susto que me llevé – en tu habitación dejaron un vestido. Esta noche, como tantas otras, tenemos una fiesta con algunos otros amigos.
– No tengo ganas de fiestas. – dije con contundencia. Abrí la puerta y cuando iba a cerrarla su bota se paró en el hueco que quedaba entre la puerta y el pasillo.
– No olvides lo que te ata aquí. – le miré con ira. Mis dedos apretaron la puerta con fuerza. Apartó el pie y cerré de un portazo.
Corrí hacia la cama y me lancé. Mis ojos sintieron un escozor... ese escozor. Y entonces me di cuenta que estaba llorando. Esto me superaba en creces. En ese momento recordé. Introduje mi mano en el bolsillo derecho y extraje mi móvil, el cual no solía utilizar demasiado. Marqué un número rápidamente.

The island of vampires 15


Entré en casa de Alexa. Su abuela estaba en la cocina, sentada en una de las sillas escuchando la radio. Subí las escaleras sin hacer ruido, pero entonces oí la voz de ella:
– Alexa no está. Puedes estar tranquila, no le diré nada. Pero ten cuidado, pequeña Proud – después de esto escuché su tos.
Seguí subiendo y corrí a mi habitación. Metí todo lo que había traído en una enorme mochila que encontré. Cogí el diario y todo lo demás y salí pitando de casa. De repente vi a Alexa que venía hacia mí con todo el grupo de chicas. Me di prisa y me escondí detrás de la casa de Leonard. Pasaron a pocos metros de mí, pude oír parte de su conversación:
– Oye, Alexa, la tía esa es un poco rara, ¿no? – dijo una rubia alta.
– No sé que le ha pasado esta tarde. A veces se comporta de una forma tan extraña – aquello era como si estuviera cargando con los pensamientos de otra persona. Me sentó muy mal. Pero... no podía entretenerme. Me escabullí y conseguí llegar hasta la salida del pueblo.
No vi a Leonard. Esperé más de dos horas. Ya eran casi las tres de la tarde, así que corrí camino arriba. Tendría que buscar la cabaña yo sola. ¿Por qué no me había esperado Leonard? Que raro.
Conseguí esquivar al señor McDemon y seguir subiendo hacia la montaña. En ningún momento me crucé con Leonard. Llegué a la cabaña. También vacía. ¿Cómo era posible? Él me había dicho que esperaría.

Lo dijo...
Desperté en uno de los sofás cubiertos de polvo. Miré por la ventana, era de noche. Había dormido durante unas horas. Leonard no estaba allí, aún no. Decidí salir a buscarle. Cogí mi mochila y me la cargué a la espalda. Fue salir y escuché un sonido extraño. Una enorme rama de uno de los pinos, que estaba justo en uno de los lados de la cabaña, cayó delante mía, en un parpadeo de ojos. Me aparté de un salto, mi corazón se encontraba en mi garganta ahora.
Miré a todos lados, nada. Entonces, una figura oscura bajó como un ángel caído del cielo, suave, sin movimientos bruscos, volando. Algo colgaba de entre sus brazos. Cuando posó las botas que cubrían sus pies en la tierra no hizo ningún sonido. Solo pude oír un gemido de la extraña figura que había entre sus extremidades.
Aquel ser vestía una capa negra, al igual que Jack y el misterioso amo. Una larga melena recta rubia le caía en los hombros. Sus labios rojos contrastaban con su pálida piel blanquecina. Sus ojos de un tono dorado, fríos, miraban los míos. Estaba paralizada.
– Así que... tú eres la famosa chica... – lanzó la figura que sostenía a un lado y volteó a mi alrededor. ¿Por qué todos hacían lo mismo? Dar vueltas y contemplarme de hito a hito – Eres muy hermosa, ¿sabes? – de repente estaba a un centímetro de mi rostro y acariciaba mi cara con su fina y helada mano. Cuando lo tuve tan cerca pude ver que sus facciones eran más masculinas de cerca. Oí un gruñido de soslayo proveniente de la bestia o persona que yacía en la tierra rojiza – Oh, está bien. Tranquilo... pronto acabaré. – de nuevo me miró a mí – Vine a darte un mensaje, pero se ve que me fui por las ramas. Mira... tú y tu amiguito tenéis serios problemas, así que en vez de comenzar una masacre con vuestros amigos y perseguiros hasta atraparos y mataros, cosa que sería muy aburrida, mi amo a decidido realizar un pequeño banquete en el cual, los miembros del consejo... decidirán qué o qué no os haremos. ¿Bien? Ah, por cierto, siento lo de tú amigo. – dijo señalando al personaje que se retorcía en el suelo. ¿Aquel... era...? – Es que el estúpido de Mike se le fue la mano, bueno, los dientes – rió por lo bajo. No podía ser, yo no había visto a Mike morder a Leonard. Eso significaba que Leonard se estaba convirtiendo en...
– ¡Huye Emily! ¡Huye...! – escuché, sin duda alguna era la voz de Leo, pero era diferente. Era una voz carraspeada, horrible. Estaba agonizando. No sabía que hacer, estaba clavada en la tierra. Miré a Leo, después a la mirada divertida de el ser de la oscuridad.
– Si voy contigo... ¿podré estar con él? – las manos me temblaban, tenía frío y miedo. Una capa negra me envolvió, protegiéndome de la helada noche.
– Sí – me susurró al oído. Me cogió en brazos y con un silbido hizo a Leonard seguirle.

Cuando llegamos al enorme castillo que se alzaba en la colina más alta de la isla vi pequeñas luces iluminar las ventanas de las torres.
Entramos por el portón que había al cruzar el largo puente levadizo de madera. ¿Cómo se las habían apañado para montar todo esto y que nadie en el planeta tierra se diera cuenta?¿ Ni siquiera las personas del pueblo? Raro... muy raro.

The island of vampires 14


Para no ocasionar disturbios ni que nos tomaran por locos dijimos que la herida de Leonard había sido de un oso. No nos costó mucho convencerles ya que el arañazo era lo bastante profundo como para ser de un animal como aquel. Las heridas eran profundas pero no tanto como para que se quedase ingresado en el hospital, así que lo mandaron a casa.
– Emily puedes irte a casa – dijo con dificultad – Mi abuelo vuelve mañana, estaré bien.
– Yo quiero quedarme contigo. ¿Y si te encontraras mal en mitad de noche? Vamos, no seas tonto. Déjame quedarme al menos esta noche.
– Está bien... ven, creo que podremos cenar algo de ensalada.
– Ah, por eso no te preocupes, no tengo hambre.
Subimos a su habitación y él se tumbó en la cama lentamente para no hacerse daño. Yo me senté a su lado.
– ¿Qué tal lo llevas? – pregunté por preguntar, porque la respuesta ya la sabía.
– ¿Tú qué crees? – dijo sonriendo con algo de amargura. Hizo un gesto de dolor y se retorció en la cama.
– ¡Leonard! ¿Que pasa?¿Te duele? – dije acercándome rápidamente. Le cogí la mano y se la estrujé – ¡Por favor di algo! – estiró de mi brazo y acercó su rostro al mío.
– Era broma – dijo riéndose. Hasta yo misma me asusté. Caían lágrimas de mis ojos. El imbécil de Leonard había conseguido asustarme de tal manera que me hizo llorar.
– ¡Idiota! – dije secándome las lágrimas de los ojos. Estiró más de mi brazo y nuestros rostros se encontraron en un beso. Sus brazos más fuertes que los míos me sujetaron y siguió besándome.
– De esto es de lo que no te has dado cuenta aún... – dijo mientras besaba mi cuello. Pero no me molestó porque en realidad me gustaba. Sabía hace tiempo que eso estaba ahí pero no lo reconocía. Mis sentimientos hacia Leonard cambiaron el día que me ayudó a salvaguardarme de la lluvia. Sus ojos verde esmeralda y su pelo negro siempre por la cara, en ese momento sentí celos de las chicas que querían tener algo con él. Pero se desvaneció enseguida al darme cuenta de que ahora lo tenía para mí. Le cogí del pelo y le torné un beso más apasionado. Se puso encima mío.
– Entonces, ¿te gusto? – preguntó mientras seguía besándome el cuello y se dibujaba una sonrisa en su cara.
– Te quiero... – intenté decir mientras se aceleraba mi respiración.
– Y yo a ti. – paró en seco y se tumbó a mi lado – Pero como comprenderás no puedo hacer otra cosa más que besarte... te juro que les haré pagar a esos seres, sean lo que sean, lo que me han hecho. – me agarré a su pecho y recosté mi cabeza en su hombro.
– Ya veremos lo que pasa... – me quedé profundamente dormida.

Los rayos de luz entraban por la ventana de la habitación de Leonard, iluminando así la oscura estancia. Esta vez me fijé más en los detalles. Una de las paredes estaba plena de posters de cantantes de rock y metal, tanto gótico como hardcore. Grupos cómo Evanescence, Linkin Park, My Chemical Romance, Panic! At the disco, Korn, el extraño Marilyn Manson y muchos más. A la izquierda de la cama estaba el escritorio, y al lado del mismo el armario. En la otra dirección de la cama había una puerta, la cual supuse que llevaría al baño.
Leonard dormía aún. Del amplio silencio que había podía oír su respiración. De nuevo su cara aniñada durmiendo. Me volví a tumbar mientras contemplaba su rostro. Serían imaginaciones mías pero su cara tenía un toque más pálido, seguramente por la herida. Acaricié su mejilla y le di un beso. No quería que este momento desapareciese, no quería perder esta felicidad. Pero probablemente estaría Jack y su misterioso amo para hacerlo desaparecer.
Pensé en las diversas formas de escaparnos que tendríamos. ¿Viajar a otro país? Nos seguirían el rastro. ¿Matarlos? Comparando su fuerza con la nuestra, imposible. Así que las posibilidades de escapar eran nulas.

Me aferré más fuerte a su pecho. Esperando, deseando que todos esos seres desaparecieran de este mundo. Que volvieran a existir solo en las novelas de terror. Porque finalmente había descubierto lo que eran. Piel demasiado pálida y fría para un humano, ojos inyectados en sangre, mirada penetrante, poderes alejados de lo normal, fuerza inmensa. Y lo que más me había impactado, su voz profunda, mucho más que la de Leonard que había conseguido encandilarme. Ellos eran bestias de la oscuridad, ellos eran... vampiros.
– ¿Tienes miedo? – oí debajo mío.
– Sí – susurré apretando mis dedos contra su brazo.
– Terminaremos con esto de una vez, te lo juro. Supongo que sabrás quien va detrás de todas esas desapariciones.
– Lo sé... Y a eso no es a lo que temo – dije conteniendo las lágrimas.
– Entonces, ¿a qué tienes miedo? – dijo poniendo su dedo en mi mentón y alzando mi cara para que le mirara.
– A desaparecer. Como hicieron tus padres y los míos – un silencio horrible se extendió por la habitación. Él me abrazó con más fuerza, hasta se hizo daño en la herida. Pero pareció no importarle en absoluto los arañazos recibidos la noche anterior.
– Te juro que saldremos vivos de esto Emily. Te lo prometo – sabía que lo decía para animarme y que por muy alejada que fuera la esperanza, tendríamos que ser positivos, si no, estábamos acabados – El problema es que la aldea entera está en peligro, en toda totalidad los más jóvenes. Pero si se lo contamos no nos creerán, cosa que es razonable. Entonces, ¿qué hacemos?
– Ellos ahora van a por nosotros. Si nos alejamos del pueblo es posible que no les ataquen a ellos y se concentren en nuestra búsqueda. No quiero que nadie más sufra. Alexa lo está superando, pero aún tiene la esperanza de que su hermano volverá. Y visto lo visto, no lo veo tan claro. Así que al menos debemos protegerlos, ya que nuestras vidas estarán en peligro tanto si los protegemos como si no.
– De acuerdo. Pues cuando antes nos vayamos mejor. Recuerdo que tenía una cabaña en el bosque, más allá de la del leñador. Si pasamos sin que nadie se entere mejor. No deben saber donde estamos, si no los exponemos al peligro. Coge tus cosas y dile cualquier escusa a Alexa si te llega a ver. Te espero a la salida del pueblo. – me besó la frente y se puso a meter dentro de una mochila su ropa.

The island of vampires 13


¿Qué? ¿Jack Evans? ¿El amigo de mi tatarabuela? No podía ser. Tenía que ser un descendiente con el mismo nombre. Pero...me miraba con anhelo en su cara, con expresión divertida. Él sabía perfectamente lo que estaba pensando. ¿Qué especie de persona era?
– Simplemente no lo soy – contestó a mi pregunta sin que yo la hubiera formulado, dando vueltas a mi alrededor, observándome. Su respuesta me impactó. ¿No era humano? Dadas las circunstancias y atando cabos... ¿sería posible que él fuera...?
– ¿Qué queréis de mí tú y tu amo? – dije desafiándole con la mirada. No tenía nada que perder.
– Creo que ya sabes demasiado... por ahora te dejaremos... vivir tranquila.– dijo con una amplia sonrisa en su cara – Nos eres de gran interés, Emily... – en un parpadeo lo perdí de vista. Solo oí en mi mente su despedida.
Nos veremos pronto Emily. Había venido hasta aquí, hasta esta isla para descubrir mi pasado y quién eran mis padres. Mi vida de cuando era pequeña ya había sido descubierta, o eso creía. Pero por lo visto mi pasado aún escondía muchas cosas. Cosas que una persona humana no podría imaginar.
Y uno de los motivos por los que había venido también era la cuestión de ayudar a Alexa. Su hermano Many estaba entre las desapariciones que se habían estado llevando a jóvenes de esta aldea durante casi dos siglos. Él había sido el primero en desaparecer después de ciento cincuenta años tras la última persona. Mi tatarabuela.
En resumen, que ahora me daba cuenta que estaba pasando algo sobrenatural. No era ni un secuestrador, ni un asesino en serie. Era algo más oscuro y horrible, que mi cabeza sabía con exactitud pero no quería reconocerlo.

Bajé por las rocas y volví a la playa. Alexa y las demás ya no estaban. Se habían ido, y creo que no estarían muy contentas con mi ausencia. Pero ahora no estaba para salir a divertirme con otras chicas. Precisamente era eso lo que no me gustaba que hiciera Alexa, como si no pasara nada. Aunque mirándolo desde otro punto de vista, quizás lo hiciera para poder olvidar de vez en cuando ese sensación de tristeza. Sí, eso era lo que hacía.
Y una pregunta que tenía en mi cabeza. ¿Significaba el sueño que me había mostrado el amo de Jack que querían matarme? Seguramente, estaba más claro que el agua. Tenía la remota posibilidad de que escaparía de esta. Sería porque aún no sabía a lo me enfrentaba, o lo sabía y no quería darme cuenta del peligro. Pero la cuestión era que fuera lo que fuera, estaría en peligro escapara o no.

Ahora le debía a Alexa y a sus amigas una disculpa. Pero al menos no sería en vano. Me puse en pie para ir hacia casa y entonces vi a Leonard caminando hacia mí. Ahora que lo pensaba Leonard estaba metido en esto tanto como yo. ¿Le habría hecho una visita Jack o su amo?
Se acercó hasta el punto de estar a penas a un metro de distancia. Pero entonces le di la espalda y me senté en la arena de nuevo. Si quería decirme algo tendría que esforzarse un poco.

Se sentó a mi lado sin mirarme. Vi asomar sus auriculares en el hueco de sus orejas. Perfecto. Fantástico. Por lo visto no venía a decirme nada. Pero me extrañó, ya que normalmente huía de mí o me evitaba. ¿Habría cambiado de opinión? Decidí tomar algo de iniciativa propia.
– ¿Qué escuchas? – dije tomando uno de los auriculares sin prestar atención a su reacción. En el Mp4 sonaba Hey Daddy de Korn.
– Emily... – apagó el Mp4 y se giró hacia a mí sorprendiéndome. Me quitó el auricular de la oreja y me cogió la mano. ¿Qué hacía? Corrimos hacia el otro acantilado, donde estaba el faro y la iglesia. Me arrinconó en una de las esquinas de fuera de la iglesia. Acercó su boca a mi oído y dijo – ¿Aún no te has dado cuenta? Ellos... nos vigilan.
– ¿Ya te han hecho la visita? – pregunté mirando hacia otro lugar. Tenerle tan cerca me hacía sentirme nerviosa – Así que nuestros padres no murieron en un accidente de coche.
– Por lo visto no. Aunque no me fío demasiado de esos. ¿Has visto lo que pueden hacer? Esos tíos no parecen humanos. Esa piel tan pálida, los ojos rojo sangre, su mirada da miedo. Y pueden leer el pensamiento de los demás.
– Y manipular los sueños también – puse los ojos en blanco recordando el sueño sangriento – ¿Me dejas respirar? – le aparté con el brazo y me alejé unos pasos de él – Mira, no creo que estemos a salvo por mucho que huyamos. Ya sabes lo que les pasó a nuestros padres al intentarlo. Lo que no sé es la razón por la que los perseguían. ¿Que mal les podrían haber hecho ellos?
– No tengo ni idea. – entonces me miró perdido en sus pensamientos.
– ¿Y tú no estabas enfadado conmigo? – le dediqué una sonrisa forzada para remarcar lo incómoda que estaba.
– Es que a veces eres muy tonta – dijo soltando una risotada. Y después me miró otra vez. La profundidad de sus ojos verdes me envolvía.
– ¿Eso es un cumplido? – dije alzando una ceja.
– Según como lo mires – sacó la mano de su bolsillo y la alzó hacia mi rostro, cuando sus dedos estuvieron a punto de rozarme oímos una voz cerca de nosotros.
– Hola, Leonard – nos giramos los dos a la vez. Era un chico no muy alto, de pelo castaño y ojos azules. De un extraño parecido a Alexa.
– ¿Many? ¿Eres tú? – Leo corrió hacia él. Many se desplomó en los brazos de Leo – Many, Many, ¿qué te ha pasado? – de repente vi surgir de los dedos de Many unas enormes uñas afiladas y una sonrisa ensangrentada en su cara. Sus ojos se tornaron rojo sangre.
– ¡Ten cuidado Leonard! – Many le clavó las uñas en la espalda y Leonard pegó un grito de dolor, mientras se retorcía en el suelo con los brazos extendidos en su espalda. Many caminó hacia mí mientras lamía la sangre de sus uñas.
– Así que tú eres la hijita de esos bastardos de los que me han hablado tanto ellos... Me divertiré un rato contigo.
– Many, piensa bien lo que haces. ¡En estos momentos no eres tú! – sin escuchar mis palabras se inclinó sobre el suelo y pegó un salto enorme en mi dirección. Corrí pero alcanzó uno de mis pies. Me arrastró por el suelo hasta él. De pronto vi una sombra resurgir de dentro del bosque que se encontraba al oeste de la iglesia. Pegó un zarpazo a Many y lo lanzó lejos de mí. Cuando me conseguí centrarme un poco distinguí su cara. Era Jack.
– Maldita bestia – chilló Leonard en el suelo – Me ha rajado la espalda – corrí hacia él y le abracé.
– Tranquilo, ahora iremos al hospital. Jack gra... – no pude darle las gracias. Se había esfumado al igual que Many.

The island of vampires 12

Entonces desperté. Estaba tumbada en la hierba del acantilado. Me había dormido después de comer. Pero el sueño había sido tan real... La sombra, la sangre, la herida de sus afiladas uñas, el dolor. Respiré hondo y cogí la bandeja de comida que tenía al lado. Volví a casa, pero Alexa ya había salido hacia la playa. Tiré a la basura los restos de la bandeja y seguidamente anduve camino a la playa donde esperaban todas.
Por el caminó pensé bastante en el extraño sueño que había tenido minutos antes. Aquella pálida persona que desprendía oscuridad. Sus ojos enrojecidos mirando cada parte de mi cuerpo. Sus dedos helados rozando mi cuello. Sus garras rasgando mi piel. Había sido demasiado real e irreal a la vez. Su voz profunda y sin ningún fallo. Su belleza.
Sin darme apenas cuenta había llegado a mi destino. Pude ver a las chicas a unos metros de mí. Sentadas en la arena, hablando. Les saludé con un “Hola” que les hizo girarse a cada una.
– Emily, hola. Ven, siéntate aquí – señaló un hueco entre ella y otra chica la cual no había visto en ninguna ocasión desde mi llegada, al igual que con las otras, las que no habría sabido de su existencia de no ser por esta quedada – Estamos hablando de algo que te interesa – tomé asiento – Tú últimamente mantienes una estrecha relación con Leonard, ¿no es así? – asentí con desgana. No quería pensar en él ahora – Pues verás, estas chicas me han pedido que entre tú y yo les demos consejos para poder conquistar a este amigo oscuro que tenemos – no estaba para tonterías en esos momentos. ¿Qué les pasaba a todas? ¿No podían pensar en otra cosa que no fuera él? – ¿Qué te parece? – en ese instante no pude contestarle. Mi boca se abrió de par a par formando una O. Lo que mis ojos estaban viendo no podía ser real. Lo estaba soñando, solo lo estaba soñando no para de repetir mi conciencia. Pero no. Esta vez estaba totalmente despierta.
En el acantilado que tenía a mi izquierda vi aquella sombra. Una capa negra ondeando al viento encima de las rocas. Una amplia sonrisa. Unos ojos de nuevo rojos. Y su voz en mi cerebro. Otra vez.
Me levanté ignorando la pregunta de Alexa y corrí por la arena. Oí la voz de Alexa a mis espaldas preguntándome qué me pasaba. Tampoco respondí. No podía apartar la vista de la figura que me esperaba. Estaba casi segura de que ese ser era totalmente peligroso, pero debía averiguar quién era, qué quería de mí, por qué interrumpía mis sueños con violentas escenas. Cómo podía hacer eso, entrometerse en los sueños y mentes de otras personas. ¿Cómo lo hacía? Y la pregunta más obvia, ¿qué sabía de mis padres y los de Leonard? Mi cabeza estaba saturada de miles de preguntas que seguramente no serían respondidas. Pero mis piernas seguían corriendo.
Atravesé la amplia maleza que se extendía detrás de la playa y subí el elevado rocaje que se alzaba para llegar arriba del acantilado. Una vez hube llegado hasta allí ya no vi a nadie. Corría una brisa ligera y fresca que jugueteaba con mis cabellos. Una parte de mí se entristeció, pero solo una pequeña parte. La otra se alegraba de que esa figura misteriosa hubiera desaparecido. Pero pronto se desvaneció la alegría pasando a la sorpresa.
– Hola, Emily – noté su aliento en mi oreja derecha – Ya veo que te atrae el peligro... lo siento, mi señor no a podido asistir a esta pequeña reunión. ¿Te gustó el sueño con el que te deleitó mi señor esta tarde? – me giré bruscamente para ver su rostro. Tenía una piel pálida, tocando el blanco mate, pero un pequeño toque rosado en sus mejillas y labios le hacía parecer algo parecido a un humano... vivo. Sus ojos me miraban intensamente analizando mi posible reacción. Pero lo sorprendente era que no tuve miedo en absoluto, si no asombro de ver algo tan bello y frío.
– ¿Quién y qué eres? – dije poniéndome tiesa mientras sus dedos helados se entrelazaban con los míos, que en cambio estaban cálidos. Por un instante dejó ver en su expresión perfecta un tono de sorpresa al verme la cara. Yo no era ni la mitad de hermosa de lo que era ese ser, ¿sería por eso?
– ¿Por qué te pareces tanto a ella?¿Por qué? – dijo en un gruñido gutural echándose hacia atrás en un salto más parecido a un diminuto viaje volando – ¿Quién eres?
– Te estoy haciendo la misma pregunta a ti y aún no he recibido respuesta.
– Me estás hartando, la verdad no sé por que mi señor no te mata de una vez. Dime quién eres y yo te diré quien soy.
– Está bien – ¿era yo la que estaba hablando con un desconocido con esas anormales facultades? A veces, hasta yo me sorprendía de mi facilidad para hablar con personas raras, por decirlo de alguna manera – Me llamo Emily, Emily Proud. – su cara se desfiguró aún más al oír mi nombre. Definitivamente algo estaba pasando, y yo no me estaba enterando de nada – ¿Y tú?
– No puede ser... tú eres... Dios. – enseguida dejó de pensar en voz alta y volvió a presentar la misma cara inexpresiva – Yo me llamo Jack, Jack Evans.

The island of vampires 11


De repente oí un ruido. Parecía provenir del faro. Era como si muchos objetos hubieran caído al suelo. Me levanté y caminé despacio hacia el lugar. El sonido se seguía escuchando. Estaba a unos tres metros de la entrada de acero. La puerta estaba entre abierta. Abrí poco a poco, entonces pregunté si había alguien, pero no hubo respuesta. Di unos pasos más y miré hacia todas partes. Nada. Solo vi muchas cajas, cañas de pescar y arpones en el suelo, junto a una ventana abierta las contraventanas de la cual daban golpes en las paredes por el viento. Suspiré. Había conseguido asustarme.
– Hola – oí a mi espalda. Pegué el mayor grito que hubiera podido oír en mi vida. Me giré.
– Maldita sea Leonard, me has dado un susto de muerte – le di un ligero empujón en el brazo.
– No si... no hace falta que lo jures. ¿Qué hacías aquí?
– Pues estaba leyendo en la hierba y oí unos ruido extraños que venían de aquí. Así que me acerqué y me encontré con todo este escampado – dije señalando la montaña de objetos – Y entonces apareces tú y me das un susto del que me sorprendo de haber salido viva.
– Bien, buena respuesta – dijo riéndose. Esta vez llevaba unos pantalones de deporte azul marino y una sudadera azul cielo en la que se podía leer Fuck You – ¿Qué tal estás? Lo siento, no pude ir a verte. Pillé un buen constipado.
– No pasa nada. Lo importante es que estamos bien, ¿no? Leo, yo quería darte las gracias por ayudarme tanto aquel día, en serio. Si no hubiera sido por ti, no se que me podría haber pasado.
– Sin problemas – dijo desviando sus ojos verdosos hacia otro lugar con expresión avergonzada – Ah, Alexa me dijo que estás trabajando en el bar para poder comprarte una casa.
– Ah, eso. Sí. Esta aldea me gusta. Y ya que mi estancia va para largo me gustaría tener mi propia vivienda. Soy joven pero no tengo otra cosa. ¿Y tú qué? ¿Qué vas a hacer este año? ¿Vas a la universidad o te quedas aquí?
– Pues la verdad es que no se que hacer. Tenía pensado ir a la universidad pero hay bastantes cosas que me atan aquí que no me gustaría dejar. Porque si me voy a la universidad me tendría que quedar allí hasta que terminara el curso, no puedo estar yendo y viniendo todos los días. Me lo tengo que plantear seriamente.
– Tienes que hacer lo que prefieras. Las personas que están aquí, no creo que... – desaparezcan sonó en mi cabeza – Vaya, ahora te entiendo. Pero creo que estarán bien. ¿No? – mis conclusiones no eran muy persuasivas.
– Lo tuyo no es convencer a las personas, ¿verdad?
– No, por lo visto no – reí por lo bajo – Lo único que te digo es que debes hacer...
– ¿...lo que te dicte el corazón? Ya me lo han dicho unas cuantas personas. Me suena a película barata. Ya veremos que hago – se puso los auriculares de Mp4 y fue caminando camino abajo. Yo le seguí corriendo. ¿Se había enfadado conmigo?
– ¡Espera Leonard! – resbalé con un charco de barro y caí al suelo. Me empapé de tierra y agua toda la parte trasera de la chaqueta. Me quedé mirando a Leonard quien se había girado a contemplarme. Me escocían los rasguños de la palma de mis manos que se habían ocasionado por los guijarros del suelo – ¿Qué pasa? ¿Qué te he dicho? – siguió contemplándome en silencio. Me levanté y me quité la chaqueta, la cual estaba para lavar. Me quedé con un fino jersey negro, y mis vaqueros y botas se quedaron con algunas manchas de barro. Siguió caminando sin prestarle atención a ninguna de mis preguntas. Corrí de nuevo y le cogí el brazo – Escuchame. ¿Dime que he hecho? – se soltó de un estirón y me encaró.
– Eres igual que las demás. ¿Que qué pasa? No entiendes nada Emily, nada. Así que déjame en paz. Haz tu vida y yo haré la mía – ¿pero por qué me estaba diciendo esto a mí?

Siguió bajando el camino. Yo me quedé petrificada allí. Sin decir ni pensar una sola palabra. Era verdad, no entendía nada de lo que estaba pasando. Nada. Había pasado todo tan rápido. No le entendía. No sabía qué quería decirme. No sabía su razón.
Alcé la cabeza y vi unas enormes nubes negras que cubrían el cielo. Se avecinaba otro torrencial. Volví a casa de Alexa. Ella se estaba duchando, así que mientras ayudé a su abuela a hacer la cena. Suerte que ninguna se dio cuenta de mis rasguños en las manos. Por la noche me los curé y puse unas vendas. Tardarían en cicatrizar unos pocos días.
Antes de acostarnos le expliqué a Alexa la aparición de su familia en el diario de Juliett, y como había parado de escribir de una forma cortante. Hablamos con su abuela y nos dijo el día de su desaparición. El 15 de Marzo del 1857. El día después de su última firma en el diario. Pero, ¿cómo podíamos averiguar más? Hablaríamos con Erik, pero no era seguro que nos consiguiera aclarar algo. Según Sara, Erik volvería el Sábado. Hoy era viernes, era cuestión de esperar un día más.
Por la mañana me levanté, me vestí y cogí el delantal del bar para ir a trabajar. Crucé los escasos metros de casa a el garito. Cuando entré sonó la campanilla de la puerta y Sara me saludó animada.
– Bienvenida a tu nuevo trabajo Emily. Mira estoy preparando tortitas para el desayuno, ¿me ayudas a ponerles nata? – asentí y me puse manos a la obra.
La mañana transcurrió bien salvo cuando vi entrar por la puerta a Leo. En cuanto me vio salio disparado del café. Esto era horrible. Tan pronto nos llevábamos de maravilla como ahora de mal. Seguía sin hablar con él. Pero era Leo el que me evitaba.
– Emily – mi burbuja de pensamiento de desintegró.
– Ah, hola Alexa. ¿Qué quieres? ¿Un café? – dije mostrándole la taza con algo humor en mi cara.
– No, gracias – rió – Verás, esta tarde vamos todas las chicas del pueblo a dar una vuelta por la playa, decía si... ¿podrías venir?
– Claro. Necesito despejar la mente de algunas cosas... Está bien.
– ¡Perfecto! Nos vemos.

Salió por la puerta. Yo me quité el delantal, ya había acabado mi turno. Sara me dijo que me quedara a comer, pero preferí comprar algo precocinado en la tienda de comestibles e ir a comer al acantilado. Ese lugar me encantaba. Me relajaba mucho. Saqué la bandeja de ensalada y la hamburguesa y me lo comí mirando el mar debajo de mis pies. Era precioso cuando las olas chocaban contra las paredes de piedra.
Entonces volví a escuchar el estruendo de las cajas caer. Y también provenía del faro. Esta vez corrí más y pude ver una sombra negra subir escaleras arriba el faro. La seguí. Fuera quien fuera no parecía humano. No corría, volaba. No parecía tener piernas o pies. Cuando llegamos a la cumbre del faro lo pude ver claramente. Una persona de espaldas a mí. Con una capa y capucha negras que le cubrían el cuerpo y rostro. Fue girando poco a poco hasta ponernos frente a frente. Alzó la mano y vi sus afiladas uñas pintadas de un tono negro. Se acercó sigilosamente. Yo fui dando paso tras paso hacia atrás, alejándome de ese ser. Me alcanzó con un movimiento rápido, el que ni si quiera pudo mi vista percibir. Deslizó sus finos dedos por mi cuello y inhaló el aroma.
– Eres una buena presa, pero... debo esperar. Debo esperar. Tus padres no me fueron muy fáciles de atrapar, ¿sabes? El falso accidente... La dulce niña que consigue sobrevivir... Buen cuento me hicieron creer tus padres... Ah, y por supuesto los padres de ese jovencito...Pero no... Les atrapé... Y por fin tú estás ante mí... Pero debo esperar... debo... esperar... – me arañó del cuello a la parte superior del pecho. Desgarré mis cuerdas vocales en un grito ahogado. Cuando miré arriba la sombra ya no estaba.
La herida me sangraba. Sentía un escozor y ardor que nunca hubiera imaginado que existieran. Comencé a bajar las escaleras, pero el dolor era superior. Me senté en un escalón y allí me quedé, con la cabeza apoyada en la frío cemento de las paredes.

The island of vampires 10


Desperté estando en cama. Al parecer estaba en el hospital de la aldea. Un pequeño edificio de tres plantas construido a pocos pasos del camino que llevaba a la montaña. Me explicaron que hacia tres días que dormía desde el día que enfermé. Pero que en unos dos días me darían el alta.
Recibí la visita de Alexa, la cual no se podía creer todo lo que me había ocurrido en una sola tarde de lluvia. Me trajo algo de ropa limpia y un pastel de crema que había hecho su abuela, la que había insistido en que me lo trajera.
– Siento causar tantos problemas Alexa. Todo lo malo que no me pase a mí... Pero le estoy muy agradecida a Leonard. Él me ayudó a llegar a casa del señor McDemon para resguardarnos de la tormenta tanto para poder seguir respirando. Parece mentira que ahora esté tan bien. Se ve que la pillé muy fuerte. También debo darle las gracias a McDemon. ¿Han vuelto Erik y sus padres?Ah, ¿Y cómo está Leonard?¿Has averiguado algo más sobre las desapariciones?¿Y...?
– Eh, para el carro Emily. Una a una. A ver. Erik y sus padres ya han vuelto de su viaje. Leonard pilló un constipado y está en su casa, pero está bien. No, no he averiguado nada más sobre las desapariciones. Y si quieres puedes formular la última pregunta que te disponías a decir.
– Oh, espera que asimile las respuestas – Alexa era así. Rápida para todo – Está bien, la última pregunta era si ... – en ese instante apareció una enfermera, una de las chicas que estaba en el bar el otro día. Me tomó el pulso y avisó a Alexa que su abuela esperaba abajo.
– Pues me voy, ya vendré mañana a verte – nos dimos un abrazo y nada más salir de la habitación pegó un pequeño grito y entró de nuevo. Sacó del bolsillo de su chaqueta el diario y lo dejó en mi mesita – Para que sigas leyendo – me sonrió y se fue.

No leí el diario en los días que estuve en el hospital. Decidí ponerme a trabajar en el bar para ganarme algo de dinero y así poderme comprar una casa no muy grande que había al lado de la tienda de comestibles. Si quería ir en serio con la investigación con la que me estaba comenzando a obsesionar, no tendría que vivir eternamente en casa de Alexa. No solo por educación si no por mí. Cuando le dije a Alexa mis intenciones se disgustó mucho. Pero poco después le pareció bien. Esa era la pregunta que quería formular a Alexa, si le importaba mi decisión.
El día que salí del hospital fui directa al bar, a hacer mi petición. Aceptaron con gran entusiasmo. Empezaría al día siguiente a las diez de la mañana.
Alexa me dijo que hasta que no tuviera el suficiente dinero para permitirme comprar la casa que viviría en la suya. Que ni su abuela ni ella tenían ningún inconveniente. Iría poco a poco.
Una tarde decidí ir a visitar a Leo, para ver como estaba y agradecerle su ayuda. Tenía que reconocer que algo de vergüenza tenía, a causa de la desesperación que me impulsó a atraer su cara contra la mía para que me hiciera el boca a boca. Pero eso no era importante al lado de su colaboración a mi favor. Toqué al timbre y me abrió su abuelo. Eso me recordó a aquel día.
– Lo siento Emily. Leonard no está. Se fue hará media hora a dar una vuelta por la playa. Ve, quizás lo encuentres allí. Si quieres cuando llegue le puedo decir que has venido.
– No, tranquilo. No hace falta. Gracias.

Con el diario en el bolsillo izquierdo anduve por el camino de piedras hasta llegar al acantilado, donde se encontraba el faro y la iglesia. La iglesia dejaba notar el paso de los años en su fachada blanca y en sus viejos ventanales. El faro no parecía funcionar, pero las apariencias engañaban ya que diversas noches había alcanzado a ver algunos de sus rayos de luz por los huecos de la ventana de mi habitación.
Me senté en la hierba todavía húmeda por la lluvia que había caído durante las noches anteriores y extraje el cuaderno para seguir leyendo la historia de Juliett. Al parecer Juliett después de su intento fallido de ir a buscar a Jack no había vuelto a escribir hasta meses después.

5 de Septiembre de 1856
Lo siento. No volví a escribir desde el día que intenté ir a buscar a Jack. Pero no he escrito por la razón que voy a explicar ahora.
Los días siguientes a esa noche me restringieron cualquier tipo de salida. Y mi ánimo tampoco estaba con muchas ganas de escribir. Un mes después descubrí que mi padre me había comprometido con Daniel, el hijo del pescador Sunnels. Dije un rotundo NO a mi padre, pero fue inútil. La boda fue a principios de Agosto. Y, aunque fue en contra de mi voluntad, me he quedado embarazada de Daniel, el cual es dos años mayor que yo. A pesar de mi corta edad ya espero a mi hijo o hija. Había pensado el nombre. Si es niño le llamaré Jack en honor a mi amado amigo y si fuera niña, Mary, por mi abuela. No creo que pueda escribir mucho. Dentro de un rato iré a la playa con Sandra Stone, una chica que se a vuelto una gran amiga en estos momentos tan horribles y tristes.
Juliett

Ahí apareció la familia de Alexa. La familia Stone.
14 de Marzo de 1857
Vuelvo a escribir tras el parto de mi hija, Mary. Es preciosa. Tiene un cabello rubio como el mío y los ojos verdes al igual que Daniel. Pero a pesar de lo tanto que la quiero, aún me siento dolida por la desaparición de Jack. Han pasado tantas cosas desde su ausencia, que me parece estar viviendo una pesadilla de la cual no puedo despertar. Esta tarde subiré a dar un paseo por la montaña. La curandera me ha dicho que es bueno hacer algo de ejercicio después del parto, así que caminaré un poco y después volveré a casa.
Juliett

A partir de esa página ya no escribió nada más. Cuando fui a cerrar el diario cayó un papel sobre mis piernas. Lo cogí y le di la vuelta. Era un retrato de una mujer joven. Tenía un pelo largo y ondulado recogido en una trenza recostada en su hombro. Su mirada era triste y sus facciones aniñadas, me recordaba a mí. Me imaginé quien sería esa mujer. Juliett, mi tatarabuela. Era preciosa.

The island of vampires 9


– Gracias Leo – le dediqué la mejor sonrisa que tenía guardada, intentando disimular mi nerviosismo.
– Emily... ¿puedo abrazarte? – su cara era seria ahora – Por favor.
– Claro – dios, que susto. Le alcancé con mis brazos y lo estreché entre ellos – ¿Qué pasa?
– Es que... no se si debo preguntártelo. ¿Cómo has pasado estos últimos años en el orfanato?
– Ah, te referías a eso. Me habías asustado – suspiré en mi interior – Lo he pasado muy bien. He hecho amistades y conocido a personas maravillosas. Pero supongo que tú al igual que yo también habrás conocido el vacío paternal. Que por muchas amistades y personas que te quieran siempre te falta alguien más. Respecto a eso, lo he pasado bastante mal... pero con personas que me quieran, aunque no llenen ese vacío siempre están ahí para ayudarte. No se... es algo difícil de explicar.
– Pues cualquiera lo diría. Acabas de describir exactamente lo que he pasado yo. Aunque... a mí no es que me guste que la gente este encima mío. Me gusta pensar a solas, deprimirme a solas. Por eso he estado más solo estos años, todo ha sido por mí. Cualquier chica que se me acercaba la rechazaba. Alexa en cambio solo buscaba una amistad más. Ella no es como las demás, me trató como a cualquier otro amigo. No demostró sentir lástima por mí y eso me gustaba, que me tratara como a una persona normal y corriente – ¿significaba esta charla que nos estábamos sincerando?
– ¿Te gusta ella? – ¿por qué esa pregunta me dolió tanto?
– Sí. Pero como una amistad neutro. Ya sabes, sobrepasa la amistad pero no los límites de amar. Es algo difícil de explicar – nos reímos los dos en una risa a coro.
Con él no me costaba hablar para nada. ¿Sería porque teníamos cosas en común o habíamos sufrido por lo mismo? Pero sabía que Leonard era una pequeña pieza de lo único que me hacía pensar en mis padres en positivo.
Me entró un poco de mareo. Sería por el frío. Me recosté en su hombro sin darme cuenta. La cabeza me estaba volviendo a dar vueltas y más vueltas.

– Emily, ¿Emily qué te pasa? – oía la voz alarmada de Leo a lo lejos, pero podía verlo a mí lado mientras me cogía en brazos y me tendía en la cama. Ya hacía un rato que no me encontraba bien del todo . De repente me costaba respirar. No podía respirar. Comencé a alzar el sonido de mi respiración. Me estaba ahogando.
– No... puedo... respirar – dije como pude.
Leonard se levantó del asiento que había tomado en la cama y se dirigió a la habitación del señor McDemon. Poco después oí como venían los dos.
– Probablemente haya cogido una pulmonía. Necesita respiración artificial. Y debemos llevarla al hospital. Chico, ¿sabes hacer el boca a boca? – ¿cómo? Oh, no. Eso sí que no... Pero mi vida estaba en juego, así que... ¿Os había comentado que atraigo los peores constipados y gripes?.
– ¿Qué? ¿El boca a boca? Bueno, en el campamento del año pasado aprendí algo pero...
– Vale. Con eso sirve - ¿iba a dejar mi vida en manos de alguien inexperto? Pero cualquier cosa servía en estos momentos, Emily, vamos Emily... adelante. Tomé de la camiseta a Leo y me lo acerqué a pocos centímetros de mi cara.
– Más te vale... mejorarme la... respiración... si me muero... te visitaré... como espíritu... y te juro... que te mato – pegué un último estirón y sus labios chocaron contra los míos. Apoyó un brazo a cada lado de mi cabeza y tras inspirar expiró una bocanada de aire a mis pulmones, que me hizo abrir un poco los ojos. Después de repetir varias veces esta acción, no sé si la respiración artificial funcionaría o no, pero caí rendida.

The island of vampires 8


– ¿Estás bien? Iremos a la casa del leñador. No está muy lejos de aquí – me estrechó más aún y comenzamos a andar más arriba. Tras unos diez minutos de caminata llegamos a la cabaña del señor McDemon. Él tocó a la puerta.
El señor McDemon nos ayudó a entrar y nos prestó unas mantas. Dijo que esta tormenta duraría hasta mañana y que nos podíamos quedar en una habitación libre que tenía. Entramos los dos y él me dejó que durmiera en la cama. Se sentó al lado de la misma apoyando la espalda y allí se durmió.
La cara de Leo cuando dormía era muy relajante. Te hacía pensar que no podía pasar nada malo en ese preciso instante. No quise quedarme durmiendo en la cama y que él tuviera que dormir en el suelo. Me senté a su lado y apoyé la cabeza en su hombro. Justo cuando pensaba que estaba dormido, se giró y se encontró con mi cara. Pegó un respingo del suelo sin moverse de su sitio.
– Me has asustado – dijo él poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja. En ese momento me parecía una persona realmente diferente a la que había visto hacía media hora. No me di cuenta y me sonrojé, así que aparté la cara y miré hacia mis manos, que torcían la manta a mi alrededor – Por cierto... lo siento.
– No pasa nada, no ha pasado nada – dije pensando en voz alta.
– Sí, sí que ha pasado. Te he dicho aquello aún sabiendo que tu lo has pasado igual de mal que yo o incluso peor – de nuevo su voz profunda me envolvía y sus ojos me distraían.
– De todas formas te debo una por haberme ayudado. ¿Cómo me has encontrado?
– Cuando saliste de mi casa te vi por la ventana de mi habitación como ibas hacia la montaña. Te seguí. Creo que deberías haber sido más prudente... la montaña en estos momentos, bueno, siempre, es un sitio muy peligroso.
– ¿Y tú eres el chico siniestro? – dije riéndome.
– Siento decepcionarte...
– No lo has hecho – dije con una amplia sonrisa.
– Por muy dark que sea, también se preocuparme – esto último me sorprendió. Se había preocupado por mí. Y solo me conocía de hoy, técnicamente.
– Pues muchas gracias – dije mientras me acomodaba en su hombro.
Me dormí a su lado. Cuando desperté estaba entre sus brazos y la verdad es que no se estaba nada mal. Miré mi reloj empapado por la llovizna, eran las doce de la noche. Pero había conseguido entrar en calor. Me levanté sin hacer ruido ni despertar a Leo. Entre abrí la puerta y miré. El leñador nos había dejado encima de la mesa dos platos de sopa. Los cogí junto a las cucharas y las llevé a la habitación para no desvelar al señor. Cuando entré Leo estaba despierto y miraba con una cara iluminada la sopa. Estaba muerto de hambre al igual que una servidora.

No tardamos demasiado en acabarnos la sopa. Yo aún estaba algo mojada pero entre la buena siesta entre mantas y la sopa ardiendo estaba en perfecto estado. Y por fin tenía algo de color en la cara, lo mismo vi aparecer en la cara normalmente pálida de Leo. Aunque notaba un fuerte pinchazo en los pulmones.
Me fijé algo más en las manos de Leonard. En la mano derecha, en el dedo corazón tenía un anillo negro con una pequeña calavera de plata. Normalmente a mí no me solían interesar los anillos y otros complementos pero ese me gustó bastante. Simplemente me recordaba a Leo, que estaba a mi lado acabándose la sopa. Tenía una faceta oscura pero a la vez dulce. Quizás los demás no lo vieran así, pero yo relacioné su anillo con él enseguida, la sortija le iba que ni pintada.
Dejó el plato a su lado y se quedó mirando el anillo.
– ¿Te gusta? – me miró otra vez entre sus greñas de color negro.
– Sí – me surgió una risotada que ni yo misma me llegué a esperar. Él puso cara de extrañeza – Es porque me recuerda a ti. Pálido, oscuro y solitario, pero a la vez dulce, divertido y cariñoso. Dios que cursilada... – me reí de nuevo, noté cierto toque de nerviosismo en mi carcajada.
– Pues a mí no me parece cursi... Thank you, my lady – en aquel momento me sentí como en casa. Cuando bromeaba con Sam y Charlie. No. Esto era diferente. Muy diferente. No sería que... – Te lo regalo.
– ¿Qué? Oh, no. Ese anillo es tuyo. No hace falta en serio.
– Insisto, ten – me cogió la mano y me lo puso en el dedo. Entonces me vino una imagen a la cabeza. Un hombre y una mujer en un altar casándose. Moví la cabeza en ambas direcciones quitándome la idea de la cabeza. No. No. ¡NO!. No podía ser que yo...

The island of vampires 7


Al despertar estaba tendida en la cama de Alexa y oía dos voces abajo. Una era la de Alexa la otra no la reconocía. Bajé de la cama y al salir de la habitación me acuclillé al lado de las escaleras para oír mejor. Sí, entonces supe de quien era la voz. De Leonard. Escuché mejor la conversación.
– Lo siento... Es que me preguntó por tus padres y claro... tuve que contarle también lo que les pasó a los suyos.
– No se como se te ha ocurrido... Sabes que eso es algo muy duro. Acuérdate de mí cuando me lo dijeron, estuve dos años sin hablar con nadie.
– Lo se, pero ella también quería saberlo y...
– ¿Y qué? – estaban discutiendo por lo que me había dicho Alexa. Ella no tenía la culpa. Yo pregunté por los padres de Leonard y acepté que me contara también la muerte de mis padres.
– Una cosa, ¿y tu cuando te has dado cuenta que era ella?
– … – hubo un silencio enorme – Cuando ha comenzado a llorar, me recordó un día – su voz era apagada y si no le hubiera visto la cara ninguna otra vez hubiera creído que su rostro mostraba tristeza o melancolía.

No quería que siguieran discutiendo así que comencé a bajar las escaleras. El crujido de las maderas les hizo girarse. Me contemplaron asustados, no se esperaban que apareciese.
– Hola – dije con una sonrisa – No hace falta que discutáis, nadie tiene la culpa, ¿vale? Alexa, ¿dónde está el baño? – le costó un poco reaccionar.
– Es aquella puerta de allá – señaló con el dedo índice en un movimiento rápido.
– Gracias – dije. Aún no había dirigido una mirada a Leonard. Mis ojos lo esquivaban.
Rodeé la mesa y entré dentro del reducido baño. Me lavé la cara. Aún podía notar el estómago hecho una bola tras llorar. Unos rayos de sol que entraron por una pequeña ventana del baño consiguieron alegrarme un poco.
Salí del servicio y miré el reloj de la cocina. La una y media del medio día. Cuando volví los ojos hacia donde estaba Alexa ya no vi a Leonard.

– Se ha ido – dijo Alexa leyéndome el pensamiento – Decía que no soportaba esto. Ya se le pasará. Tú estás bien, ¿no?
– Sí, tranquila. Me ha dado un bajón pero ya estoy bien.
– Menos mal. No sabes lo que me has asustado. Vale, a ver... mi abuela no está ahora. Ha ido a la lonja de Portsmouth a comprar pescado. Me ha dejado algo de dinero para que vayamos al bar. ¿Te apetece? Si no, no pasa nada. Podemos preparar ensalada y unas salchichas que tenemos congeladas.
– No, prefiero ir al bar – nos reímos y salimos de casa – Alexa, ¿crees que Leonard estará muy enfadado conmigo?
– No, tranquila. Normalmente pasa de todo y nunca se enfada, pero con este tema aunque no tenga razones para enfadarse siempre lo hace. No tienes la culpa en absoluto. Los dos lo habéis pasado muy mal. Si te quedas más tranquila después puedes ir a verle. Os dejaré a solas para no interferir en el tema de vuestros padres – me cogió la mano y le estrujé un poco. Alexa se estaba convirtiendo en una amiga muy preciada. Por supuesto que no me olvidaría de Sam y Charlie, pero ella era diferente, era mi amiga por diferentes motivos y temas relacionados.

Cerramos la puerta del bar detrás nuestro y tomamos asiento en una mesa. Una señora bajita y algo obesa se acercó a zancadas a nosotras. Se quedó un rato mirándome y de pronto pegó un salto mientras avisaba a todos los que habían alrededor.
– ¡Es la hija de los Proud! – un segundo tardaron todos en plantarse en círculo a mirarme.
– Es verdad, mirar, tiene los ojos de su madre. Y el pelo rubio de su padre – gritó una mujer de mediana edad y que parecía la más entusiasmada.
– Bueno, Sara, ¿nos sirves algo de comida? No es por nada pero tenemos hambre – dijo Alexa aguantándose las ganas de reír.
– Marchando el menú del día. Hamburguesa con patatas. Y de postre... os haré algo especial, venga.
La comida estaba para chuparse los dedos. De postre nos hizo unos gofres con nata y chocolate. Acabamos hinchadas del todo. No tuvimos que pagar ya que invitaba la casa según Sara. Al salir Alexa me dijo que esperaría en casa, que yo fuera a hablar con Leo. Le hice caso y me encaminé hacia su casa. Alexa se despidió desde su porche y entró en casa.
Toqué al timbre. Nada. Se oía de fondo el sonido de la música, One Step Closer de Linkin Park. Volví a llamar. Esta vez oí como alguien bajaba las escaleras lentamente. Me abrió la puerta un señor mayor.
– Hola joven. ¿Qué desea? – preguntó el hombre.
– ¿Está Leonard?
– Ah, sí. Está arriba en su habitación. Pasa, pasa. Sube.
Entré mientras decía gracias y subía las escaleras. Llegué a la puerta de donde provenía la música. Toqué con dos golpes a la puerta y tras un minuto se abrió. Al verme se sorprendió y fue corriendo a apagar la música. Me invitó a pasar.
– ¿Qué haces aquí? – dijo mirando por la ventana.
– Vengo a pedirte disculpas – dije sin contemplaciones – Siento que por mi culpa hayas tenido que discutir con Alexa.
– No he discutido con nadie y no tienes que disculparte por nada – fue frío y seco. Esta vez se giró y me miró a los ojos – ¿Queda claro?
– ¿Por qué eres tan frío? – pareció sorprenderle pero no cambio la expresión seria.
– Tú no eres nadie para decirme como me tengo que comportar. No sabes lo que siento – desvió la mirada hacia otro lugar poniendo los ojos en blanco. ¿Qué no sabía lo que sentía?¿Yo precisamente? Él se dio cuenta que había dicho algo que no debía.
– Así que no se lo que sientes, ¿no? – no. Otra vez llorando no. Pero era inevitable las piernas me flojeaban y de pronto me invadió la misma sensación de soledad que cuando Alexa me había contado la muerte de mis padres esta mañana – Mira, da igual. Me voy. Siento haberte molestado – salí de su habitación y comencé a bajar las escaleras a toda prisa. Me crucé con el anciano, que me dijo algo que no entendí. ¿Cómo podía haber sido tan cruel? Él tenía una casa, tenía a su abuelo, tenía un lugar donde vivir, esta aldea. Pero yo no. Yo no tenía nada. Me dí cuenta que estaba lloviendo cuando me empecé a empapar con el agua en la calle. No quería que Alexa me viera llorando otra vez así que me fui caminando hacia otro lugar. Caminé a la vez que lloraba y lloraba. Quería seguir caminando, por que sentía que si paraba caería al suelo y no podría levantarme hasta que alguien me encontrara tendida.
Oí los truenos como si hubieran caído a mi lado. Seguí caminando. Alcé la vista e hice una vuelta sobre mi misma. Estaba en la montaña y no me había dado cuenta. Desde allí arriba veía el mar a lo lejos. Mis zapatillas estaban mojadas y llenas de barro. Al igual que yo.
De alguna manera me había perdido. No sabía en que dirección estaba el pueblo ni como volver. De pronto alguien o algo me tocó la espalda. Me giré rápidamente. Me enrolló con su chaqueta y me pasó un brazo por el hombro. Después me volvió a mirar con sus ojos olivaceos y me preguntó al oído.

The island of vampires 6


Alexa se percató y me cogió de la mano a la vez que cruzábamos el jardín a nuestra derecha. Cuando me di cuenta estábamos frente al chico, el cual estaba apoyado en la barandilla de madera pintada de azul. Esta vez estaba escuchando música y miraba hacia la ventana que tenía delante, dándonos la espalda.
– Leo – dijo Alexa sin alzar demasiado la voz – Leo, ¿puedes quitarte un momento los auriculares? – pero él seguía escuchando la música a tope sin hacer caso u oír lo que le pedía Alexa.
– Alexa da igual. Va, vayámonos. No se ni porque me has traído aquí. ¿No íbamos a ver a Erik? - le dije con cara suplicante.
– Solo quería presentarte a Leonard, pero ya veo que sigue igual de pasota – espetó remarcando las palabras – Vale, iremos a ver a Erik y ya te presentaré a Leo más tarde.

Cuando nos giramos y dimos dos o tres pasos escuchamos una voz masculina, apagada, detrás nuestro.
– Si buscáis a Erik no lo encontraréis en su casa, ni a sus padres. Se han ido a la ciudad a despejarse un poco – nos giramos. Era el tal Leonard. Aún escuchaba música pero ya no se oían los latidos del los sonidos resurgir del aparato.
– Gracias por tu sugerencia – dijo Alexa matándolo con la mirada – ¿Te puedo presentar ahora a mi amiga, o prefieres quedarte ahí plantado? – pareció hacer un gesto de pensárselo y volvió de nuevo a clavarme sus ojos verdes en mí.
– No suele venir mucha gente de fuera a este sitio – dijo mientras bajaba las escaleras envejecidas – ¿Quién eres? – se dirigió a mí como si Alexa no estuviera en ese momento allí, con nosotros. Me quedé anclada en el suelo. Sus ojos parecían hipnotizar. Reaccioné ante un pequeño empujón de Alexa.
– Emily Proud – dije inconscientemente – Encantada – dije por lo bajo.
Él soltó una prácticamente inaudible risotada y volvió a su lugar. Una vez allí volvió a darnos la espalda.
– Es raro, ¿verdad? Creo que es gótico, emo o algo parecido. Pero es mono. Algunas de las chicas de la aldea han intentado pedirle salir, pero dicen que siempre responde con algo como “Si no te gusta lo oscuro, ¿por qué lo buscas?” o “Te confundes de chico”. Nosotros podríamos decir que tenemos una amistad, más o menos. Soy la única persona de su edad que se le ha podido acercar y relacionarse con él.

– ¿Y sus padres?
– No tiene, murieron. Verás ya que te cuento esto... lo siento pero, también debería contarte como lo hicieron tus padres – eso fue como una cuchillada para mí, pero una parte de mi corazón se lo esperaba. Estaba cantado. Y aunque me doliera quería y debía saber lo que les pasó a mis padres - ¿Quieres que te lo cuente? – dijo mordiéndose el labio.
– Cuéntamelo, por favor.
– Sus padres y los tuyos eran grandes amigos y decidieron ir a la ciudad para hacer un viaje. Él se quedó con su abuela, ya sabes, él ha nacido solitario. En cambio tú sí que fuiste. Tuvisteis un accidente de coche y los padres de Leonard junto a los tuyos murieron. Tú fuiste la única que se salvó. Pero lo extraño es que a ti te encontraron muchísimo más lejos de donde había ocurrido el accidente. Toda la documentación estaba calcinada, así que te encontraste en la ciudad sin ningún tipo de papeles y los asuntos sociales se ocuparon de ti. Las noticias llegaron aquí gracias a algunos de los pescadores que nos traen algunos productos. Una tragedia más de la cual el gobierno inglés no se preocupó en investigar, así que te quedaste allí. Y Leonard se quedó viviendo con su abuelo, en la casa que hemos visto antes.
– Vaya... – sin darme cuenta comencé a llorar. De imaginarme la escena, todo, me dieron arcadas y muchas más ganas de llorar. Alcé la mirada y de nuevo pude ver al chico mirándome mientras yo estaba llorando. Sus ojos esta vez eran de asombro. Creo que sus ojos optaron por un color rojizo, pero no estaba segura. ¿Se habría dado cuenta desde el principio que yo era la hija que sobrevivió al accidente?¿O se había percatado ahora? Estaba confundida y mi cabeza daba vueltas.

The island of vampires 5


– Así que mi tatarabuela... ¿Has leído este diario? – le dije mientras introducía la mano en la mochila.
– No. No encontré buena idea leerlo antes, algo que pertenecía a otra persona.
– ¿Quieres que lo leamos juntas? – aquella muestra de gratitud y respeto hacia mí me gustó.

Nos sentamos en la alfombra y apoyamos la espalda en el lado de su cama. Le leí el diario desde el principio, para que no se perdiera nada en absoluto. Cuando llegamos al punto donde me había quedado yo en el barco, llegué a pensar que ella estaba más nerviosa y ansiosa de leer la historia. Comencé a leer.
18 de Mayo de 1856
Hoy a media noche he quedado en las afueras del pueblo con Jack. Sí, lo sé, es una imprudencia por nuestra parte pero odiaba ver así a Jack y entre los dos decidimos ir a buscar a su amigo Olmes. Subimos el camino de tierra que llevaba a la explanada donde estaban los cultivos. Nada. Ni un sonido en la extensa noche. Decidimos separarnos y cada uno fue en una dirección del cultivo de los olivos. Seguí el hilo de plantas y me sorprendí mucho al descubrir algo en la tierra mojada . Era una pulsera de tela, en ella estaba bordada el nombre de Olmes. Avisé a Jack el cual se quedó sorprendido. La última vez que vieron a Olmes fue en los establos. Y ahora habíamos encontrado esa pulsera, la cual siempre llevaba encima, en los cultivos unos dos kilómetros más arriba del pueblo. Eso nos hizo tener una esperanza y a la vez un horrible pensamiento. Poco después volvimos a nuestras casas. Ha sido una noche rara, pero al menos hemos encontrado algo.
Buenas noches.
Juliett

19 de Mayo de 1856
Por fin el pueblo tiene nombre. Lo han decidido los ancianos. Se llamará Poison Hill Me alegro, necesitábamos algo de distracción. Como pos-inauguración del pueblo, hemos celebrado una pequeña comida en lo que sería la plaza de la aldea. Los pequeños se lo han pasado en grande esta tarde. Correteando arriba y abajo por la plaza. A los más pequeños nos les dejan salir a jugar fuera ni salir acaso que sea con un adulto, así que hoy ha sido un día fenomenal para todos. Salvo, por descontado, y con suma tristeza, los padres de los dos desaparecidos. En fin. Ha transcurrido el día como normalmente se hace. Hoy no he visto a Jack. Que extrañó. Él no faltaría a este tipo de celebraciones, aunque con lo ocurrido con Olmes tampoco se exactamente que pasa por su mente ahora mismo. Tras terminar la fiesta volví a casa y me eché una larga siesta hasta la hora de cenar. No es que tenga sueño pero debo descansar, quien sabe lo que me depara el mañana. Buenas noches.
Juliett

20 de Mayo de 1856
Estoy deprimida, asustada, aterrada, horrorizada, angustiada. Quiero morir. Mi amigo, mi hermano, mi otra parte de corazón ha desaparecido. Jack, mi Jack ha desaparecido. Desde la mañana de ayer no se sabe nada de él. No creo que se haya adentrado más allá de la explanada a buscar a Olmes. Eso espero. Por que si lo ha hecho, no se si lo volveré a ver. Mi querido Jack. ¿Por qué te has ido sin avisar?¿Por qué no me dijiste nada? En el caso de que se haya ido por su cuenta, claro. Que eso es lo que prefiero antes de que desaparezca tal y como lo hicieron Olmes y Amanda Rose. Esta media noche pienso ir a buscarle. Me da igual lo que me pase, estoy decidida a buscarle y encontrarle, a traerle de vuelta a casa, conmigo, con su familia. Por favor, necesito saber que estás bien.
Juliett

21 de Mayo de 1856
Maldita sea. Me han descubierto cuando solo me faltaban unos metros para salir del pueblo. He gritado y pataleado. Y he llorado también. Pero no me han hecho caso, no me han dejado adentrarme a buscar a Jack. ¿Entonces, por qué no van todos ellos a buscarlo?¿Por qué no se interesan en lo más mínimo? ¿Por qué? Se que lo que está pasando no es nada bueno, nada. Quiero encontrarle, sea como sea. Quiero volver a oír su carcajada al escuchar mis intentos fallidos de contar un chiste. Quiero volver a oír su voz. Quiero ver su cara. Quiero... verle. Le amo. Le quiero más que a nada en este mundo. En este mundo ignorante. Aunque tuviera que sacrificar mi vida, tan solo por ver otra vez su rostro, sano y salvo. Pero los adultos no lo entienden. Algo extraño está pasando y no estoy loca, lo puedo asegurar. Pero a este paso... no se como acabaré.
Necesito descansar.
Juliett

Entonces oímos a la abuela de Alexa llamándonos para que bajáramos a cenar. Cerré el diario y lo escondí debajo de la cama. Descendimos las escaleras y Alexa me llevó a la cocina donde su abuela estaba friendo unos huevos y salteando algo de verduras. Me senté y apoyé mis brazos en la mesa ovalada. La abuela sirvió los platos y Alexa me puso agua en el vaso. La verdad es que cené de maravilla.
Poco después de tomar fruta de postre nos sentamos en un sofá columpio que había en el porche. La abuela se acomodó a nuestro lado y se quedó mirándome.
– ¿Quieres que te cuente algo sobre tu tatarabuela? – me preguntó de repente.
– Y tanto – asentí entusiasmada.
– Lo que os voy a contar a continuación me lo explicó mi madre. Solo te contaré algo que te servirá de provecho. Verás, tu tatarabuela desapareció poco después de tener a tu bisabuela, Maryan. Ella fue la última desaparición en esta aldea hasta mi nieto, el cual a continuado la maldita sucesión de ausencias inexplicables. Quizás en estos momentos no os sirva de mucho esta información pero... más adelante a lo mejor os hará falta – nos dedicó una sonrisa y entró en casa.
Alexa se quedó con la misma cara sorprendida que la mía. ¿Quería decir que ella sabía más cosas sobre mi abuela?¿O más cosas sobre las desapariciones?
– Ahora es tarde, pero, si quieres mañana podríamos ir a visitar a Erik, el amigo de mi hermano. A lo mejor no nos aclara nada, como la infinidad de veces que lo he intentado yo, pero si estás tú nunca se sabe.
– Está bien. Con algo de suerte averiguaremos algo nuevo.

Aquella noche me costó dormir. Habían ocurrido todas esas cosas. Mi viaje hasta Portsmouth, el recorrido en barco hacia la isla y la huida con el bote del pescador. Junto el encuentro con Alexa, la extraña historia de esta aldea y el descubrimiento de que la escritora del diario, Juliett, era mi bisabuela. Y todo en un mismo día. Estaba agotada y debía descansar. Mañana seguramente me esperarían otras cosas que afrontar. Alexa extendió un vejo colchón al lado de su cama y allí dormí, tapada apenas con una sábana, puesto que entraba una calor horrenda por la ventana.
Tuve un despertar un poco molesto. Unos golpetazos fuera de casa me hicieron reaccionar. Alexa no estaba en su cama. Me vestí lo más rápido posible y bajé las pocas escaleras que separaban los dos únicos pisos de la casa. Alexa estaba sentada y comía un bol de leche con cereales. Cuando me vio, saltó de la silla y me hizo sentarme en una de las sillas mientras me preparaba al igual que ella los cereales con leche.
Fuera aún se oía los ruidosos golpes. Estiré un poco el cuello y vi por la ventana a un hombre cortando troncos de árbol y apilándolos a un lado.

Alexa se dio cuenta de que estaba atenta mirando la ventana y me dijo:
– Él es el leñador de la aldea, el señor McDemon – ¿de que me sonaba ese apellido? – Nos trae troncos de los árboles del bosque de más arriba y nos los corta en el jardín – ¡en ese momento me acordé! Sí, él era un descendiente de la familia McDemon, una de las afectadas por la desaparición de uno de sus hijos, Olmes – Ahora que pienso, ¿no se apellidaba así el chico ese que desapareció?¿Cómo se llamaba...?
– Olmes, Olmes McDemon – le sonreí. Me había leído el pensamiento – Por lo visto nuestras familias forman parte de esta historia – le expliqué – Tú te apellidas Stone, aún no ha aparecido tu familia, algo bueno por lo visto – soltó una pequeña carcajada con esa voz tan aguda y dulce que tenía que me hizo reír a mí también – Alexa, te prometo que encontraremos a tu hermano, sea como sea. Tal y como dijo mi tatarabuela, aunque espero que surja mejor.

Recogimos los platos y después de limpiar la mesa salimos a fuera. El señor McDemon se despidió y se dirigió a otra de las casas. La que se encontraba justo al lado que la de Alexa. Un chico, de nuestra edad aproximadamente nos miraba desde el porche. Tenía el pelo negro azabache y las greñas le tapaban los ojos, aunque dejó escapar un parpadeo en el cual pude ver que sus ojos eran verdes. Vestía unos vaqueros rotos por algunos tramos y una camiseta blanca cubierta por una camisa abierta de color rojo y negro a cuadros. Nos miraba fijamente, no, me miraba a mí. Podía notar sus ojos clavados en mi rostro.