"No te fíes nunca de las apariencias..."

sábado, 12 de diciembre de 2009

The island of vampires 10


Desperté estando en cama. Al parecer estaba en el hospital de la aldea. Un pequeño edificio de tres plantas construido a pocos pasos del camino que llevaba a la montaña. Me explicaron que hacia tres días que dormía desde el día que enfermé. Pero que en unos dos días me darían el alta.
Recibí la visita de Alexa, la cual no se podía creer todo lo que me había ocurrido en una sola tarde de lluvia. Me trajo algo de ropa limpia y un pastel de crema que había hecho su abuela, la que había insistido en que me lo trajera.
– Siento causar tantos problemas Alexa. Todo lo malo que no me pase a mí... Pero le estoy muy agradecida a Leonard. Él me ayudó a llegar a casa del señor McDemon para resguardarnos de la tormenta tanto para poder seguir respirando. Parece mentira que ahora esté tan bien. Se ve que la pillé muy fuerte. También debo darle las gracias a McDemon. ¿Han vuelto Erik y sus padres?Ah, ¿Y cómo está Leonard?¿Has averiguado algo más sobre las desapariciones?¿Y...?
– Eh, para el carro Emily. Una a una. A ver. Erik y sus padres ya han vuelto de su viaje. Leonard pilló un constipado y está en su casa, pero está bien. No, no he averiguado nada más sobre las desapariciones. Y si quieres puedes formular la última pregunta que te disponías a decir.
– Oh, espera que asimile las respuestas – Alexa era así. Rápida para todo – Está bien, la última pregunta era si ... – en ese instante apareció una enfermera, una de las chicas que estaba en el bar el otro día. Me tomó el pulso y avisó a Alexa que su abuela esperaba abajo.
– Pues me voy, ya vendré mañana a verte – nos dimos un abrazo y nada más salir de la habitación pegó un pequeño grito y entró de nuevo. Sacó del bolsillo de su chaqueta el diario y lo dejó en mi mesita – Para que sigas leyendo – me sonrió y se fue.

No leí el diario en los días que estuve en el hospital. Decidí ponerme a trabajar en el bar para ganarme algo de dinero y así poderme comprar una casa no muy grande que había al lado de la tienda de comestibles. Si quería ir en serio con la investigación con la que me estaba comenzando a obsesionar, no tendría que vivir eternamente en casa de Alexa. No solo por educación si no por mí. Cuando le dije a Alexa mis intenciones se disgustó mucho. Pero poco después le pareció bien. Esa era la pregunta que quería formular a Alexa, si le importaba mi decisión.
El día que salí del hospital fui directa al bar, a hacer mi petición. Aceptaron con gran entusiasmo. Empezaría al día siguiente a las diez de la mañana.
Alexa me dijo que hasta que no tuviera el suficiente dinero para permitirme comprar la casa que viviría en la suya. Que ni su abuela ni ella tenían ningún inconveniente. Iría poco a poco.
Una tarde decidí ir a visitar a Leo, para ver como estaba y agradecerle su ayuda. Tenía que reconocer que algo de vergüenza tenía, a causa de la desesperación que me impulsó a atraer su cara contra la mía para que me hiciera el boca a boca. Pero eso no era importante al lado de su colaboración a mi favor. Toqué al timbre y me abrió su abuelo. Eso me recordó a aquel día.
– Lo siento Emily. Leonard no está. Se fue hará media hora a dar una vuelta por la playa. Ve, quizás lo encuentres allí. Si quieres cuando llegue le puedo decir que has venido.
– No, tranquilo. No hace falta. Gracias.

Con el diario en el bolsillo izquierdo anduve por el camino de piedras hasta llegar al acantilado, donde se encontraba el faro y la iglesia. La iglesia dejaba notar el paso de los años en su fachada blanca y en sus viejos ventanales. El faro no parecía funcionar, pero las apariencias engañaban ya que diversas noches había alcanzado a ver algunos de sus rayos de luz por los huecos de la ventana de mi habitación.
Me senté en la hierba todavía húmeda por la lluvia que había caído durante las noches anteriores y extraje el cuaderno para seguir leyendo la historia de Juliett. Al parecer Juliett después de su intento fallido de ir a buscar a Jack no había vuelto a escribir hasta meses después.

5 de Septiembre de 1856
Lo siento. No volví a escribir desde el día que intenté ir a buscar a Jack. Pero no he escrito por la razón que voy a explicar ahora.
Los días siguientes a esa noche me restringieron cualquier tipo de salida. Y mi ánimo tampoco estaba con muchas ganas de escribir. Un mes después descubrí que mi padre me había comprometido con Daniel, el hijo del pescador Sunnels. Dije un rotundo NO a mi padre, pero fue inútil. La boda fue a principios de Agosto. Y, aunque fue en contra de mi voluntad, me he quedado embarazada de Daniel, el cual es dos años mayor que yo. A pesar de mi corta edad ya espero a mi hijo o hija. Había pensado el nombre. Si es niño le llamaré Jack en honor a mi amado amigo y si fuera niña, Mary, por mi abuela. No creo que pueda escribir mucho. Dentro de un rato iré a la playa con Sandra Stone, una chica que se a vuelto una gran amiga en estos momentos tan horribles y tristes.
Juliett

Ahí apareció la familia de Alexa. La familia Stone.
14 de Marzo de 1857
Vuelvo a escribir tras el parto de mi hija, Mary. Es preciosa. Tiene un cabello rubio como el mío y los ojos verdes al igual que Daniel. Pero a pesar de lo tanto que la quiero, aún me siento dolida por la desaparición de Jack. Han pasado tantas cosas desde su ausencia, que me parece estar viviendo una pesadilla de la cual no puedo despertar. Esta tarde subiré a dar un paseo por la montaña. La curandera me ha dicho que es bueno hacer algo de ejercicio después del parto, así que caminaré un poco y después volveré a casa.
Juliett

A partir de esa página ya no escribió nada más. Cuando fui a cerrar el diario cayó un papel sobre mis piernas. Lo cogí y le di la vuelta. Era un retrato de una mujer joven. Tenía un pelo largo y ondulado recogido en una trenza recostada en su hombro. Su mirada era triste y sus facciones aniñadas, me recordaba a mí. Me imaginé quien sería esa mujer. Juliett, mi tatarabuela. Era preciosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario