"No te fíes nunca de las apariencias..."

sábado, 12 de diciembre de 2009

The island of vampires 12

Entonces desperté. Estaba tumbada en la hierba del acantilado. Me había dormido después de comer. Pero el sueño había sido tan real... La sombra, la sangre, la herida de sus afiladas uñas, el dolor. Respiré hondo y cogí la bandeja de comida que tenía al lado. Volví a casa, pero Alexa ya había salido hacia la playa. Tiré a la basura los restos de la bandeja y seguidamente anduve camino a la playa donde esperaban todas.
Por el caminó pensé bastante en el extraño sueño que había tenido minutos antes. Aquella pálida persona que desprendía oscuridad. Sus ojos enrojecidos mirando cada parte de mi cuerpo. Sus dedos helados rozando mi cuello. Sus garras rasgando mi piel. Había sido demasiado real e irreal a la vez. Su voz profunda y sin ningún fallo. Su belleza.
Sin darme apenas cuenta había llegado a mi destino. Pude ver a las chicas a unos metros de mí. Sentadas en la arena, hablando. Les saludé con un “Hola” que les hizo girarse a cada una.
– Emily, hola. Ven, siéntate aquí – señaló un hueco entre ella y otra chica la cual no había visto en ninguna ocasión desde mi llegada, al igual que con las otras, las que no habría sabido de su existencia de no ser por esta quedada – Estamos hablando de algo que te interesa – tomé asiento – Tú últimamente mantienes una estrecha relación con Leonard, ¿no es así? – asentí con desgana. No quería pensar en él ahora – Pues verás, estas chicas me han pedido que entre tú y yo les demos consejos para poder conquistar a este amigo oscuro que tenemos – no estaba para tonterías en esos momentos. ¿Qué les pasaba a todas? ¿No podían pensar en otra cosa que no fuera él? – ¿Qué te parece? – en ese instante no pude contestarle. Mi boca se abrió de par a par formando una O. Lo que mis ojos estaban viendo no podía ser real. Lo estaba soñando, solo lo estaba soñando no para de repetir mi conciencia. Pero no. Esta vez estaba totalmente despierta.
En el acantilado que tenía a mi izquierda vi aquella sombra. Una capa negra ondeando al viento encima de las rocas. Una amplia sonrisa. Unos ojos de nuevo rojos. Y su voz en mi cerebro. Otra vez.
Me levanté ignorando la pregunta de Alexa y corrí por la arena. Oí la voz de Alexa a mis espaldas preguntándome qué me pasaba. Tampoco respondí. No podía apartar la vista de la figura que me esperaba. Estaba casi segura de que ese ser era totalmente peligroso, pero debía averiguar quién era, qué quería de mí, por qué interrumpía mis sueños con violentas escenas. Cómo podía hacer eso, entrometerse en los sueños y mentes de otras personas. ¿Cómo lo hacía? Y la pregunta más obvia, ¿qué sabía de mis padres y los de Leonard? Mi cabeza estaba saturada de miles de preguntas que seguramente no serían respondidas. Pero mis piernas seguían corriendo.
Atravesé la amplia maleza que se extendía detrás de la playa y subí el elevado rocaje que se alzaba para llegar arriba del acantilado. Una vez hube llegado hasta allí ya no vi a nadie. Corría una brisa ligera y fresca que jugueteaba con mis cabellos. Una parte de mí se entristeció, pero solo una pequeña parte. La otra se alegraba de que esa figura misteriosa hubiera desaparecido. Pero pronto se desvaneció la alegría pasando a la sorpresa.
– Hola, Emily – noté su aliento en mi oreja derecha – Ya veo que te atrae el peligro... lo siento, mi señor no a podido asistir a esta pequeña reunión. ¿Te gustó el sueño con el que te deleitó mi señor esta tarde? – me giré bruscamente para ver su rostro. Tenía una piel pálida, tocando el blanco mate, pero un pequeño toque rosado en sus mejillas y labios le hacía parecer algo parecido a un humano... vivo. Sus ojos me miraban intensamente analizando mi posible reacción. Pero lo sorprendente era que no tuve miedo en absoluto, si no asombro de ver algo tan bello y frío.
– ¿Quién y qué eres? – dije poniéndome tiesa mientras sus dedos helados se entrelazaban con los míos, que en cambio estaban cálidos. Por un instante dejó ver en su expresión perfecta un tono de sorpresa al verme la cara. Yo no era ni la mitad de hermosa de lo que era ese ser, ¿sería por eso?
– ¿Por qué te pareces tanto a ella?¿Por qué? – dijo en un gruñido gutural echándose hacia atrás en un salto más parecido a un diminuto viaje volando – ¿Quién eres?
– Te estoy haciendo la misma pregunta a ti y aún no he recibido respuesta.
– Me estás hartando, la verdad no sé por que mi señor no te mata de una vez. Dime quién eres y yo te diré quien soy.
– Está bien – ¿era yo la que estaba hablando con un desconocido con esas anormales facultades? A veces, hasta yo me sorprendía de mi facilidad para hablar con personas raras, por decirlo de alguna manera – Me llamo Emily, Emily Proud. – su cara se desfiguró aún más al oír mi nombre. Definitivamente algo estaba pasando, y yo no me estaba enterando de nada – ¿Y tú?
– No puede ser... tú eres... Dios. – enseguida dejó de pensar en voz alta y volvió a presentar la misma cara inexpresiva – Yo me llamo Jack, Jack Evans.

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