"No te fíes nunca de las apariencias..."

sábado, 12 de diciembre de 2009

The island of vampires 15


Entré en casa de Alexa. Su abuela estaba en la cocina, sentada en una de las sillas escuchando la radio. Subí las escaleras sin hacer ruido, pero entonces oí la voz de ella:
– Alexa no está. Puedes estar tranquila, no le diré nada. Pero ten cuidado, pequeña Proud – después de esto escuché su tos.
Seguí subiendo y corrí a mi habitación. Metí todo lo que había traído en una enorme mochila que encontré. Cogí el diario y todo lo demás y salí pitando de casa. De repente vi a Alexa que venía hacia mí con todo el grupo de chicas. Me di prisa y me escondí detrás de la casa de Leonard. Pasaron a pocos metros de mí, pude oír parte de su conversación:
– Oye, Alexa, la tía esa es un poco rara, ¿no? – dijo una rubia alta.
– No sé que le ha pasado esta tarde. A veces se comporta de una forma tan extraña – aquello era como si estuviera cargando con los pensamientos de otra persona. Me sentó muy mal. Pero... no podía entretenerme. Me escabullí y conseguí llegar hasta la salida del pueblo.
No vi a Leonard. Esperé más de dos horas. Ya eran casi las tres de la tarde, así que corrí camino arriba. Tendría que buscar la cabaña yo sola. ¿Por qué no me había esperado Leonard? Que raro.
Conseguí esquivar al señor McDemon y seguir subiendo hacia la montaña. En ningún momento me crucé con Leonard. Llegué a la cabaña. También vacía. ¿Cómo era posible? Él me había dicho que esperaría.

Lo dijo...
Desperté en uno de los sofás cubiertos de polvo. Miré por la ventana, era de noche. Había dormido durante unas horas. Leonard no estaba allí, aún no. Decidí salir a buscarle. Cogí mi mochila y me la cargué a la espalda. Fue salir y escuché un sonido extraño. Una enorme rama de uno de los pinos, que estaba justo en uno de los lados de la cabaña, cayó delante mía, en un parpadeo de ojos. Me aparté de un salto, mi corazón se encontraba en mi garganta ahora.
Miré a todos lados, nada. Entonces, una figura oscura bajó como un ángel caído del cielo, suave, sin movimientos bruscos, volando. Algo colgaba de entre sus brazos. Cuando posó las botas que cubrían sus pies en la tierra no hizo ningún sonido. Solo pude oír un gemido de la extraña figura que había entre sus extremidades.
Aquel ser vestía una capa negra, al igual que Jack y el misterioso amo. Una larga melena recta rubia le caía en los hombros. Sus labios rojos contrastaban con su pálida piel blanquecina. Sus ojos de un tono dorado, fríos, miraban los míos. Estaba paralizada.
– Así que... tú eres la famosa chica... – lanzó la figura que sostenía a un lado y volteó a mi alrededor. ¿Por qué todos hacían lo mismo? Dar vueltas y contemplarme de hito a hito – Eres muy hermosa, ¿sabes? – de repente estaba a un centímetro de mi rostro y acariciaba mi cara con su fina y helada mano. Cuando lo tuve tan cerca pude ver que sus facciones eran más masculinas de cerca. Oí un gruñido de soslayo proveniente de la bestia o persona que yacía en la tierra rojiza – Oh, está bien. Tranquilo... pronto acabaré. – de nuevo me miró a mí – Vine a darte un mensaje, pero se ve que me fui por las ramas. Mira... tú y tu amiguito tenéis serios problemas, así que en vez de comenzar una masacre con vuestros amigos y perseguiros hasta atraparos y mataros, cosa que sería muy aburrida, mi amo a decidido realizar un pequeño banquete en el cual, los miembros del consejo... decidirán qué o qué no os haremos. ¿Bien? Ah, por cierto, siento lo de tú amigo. – dijo señalando al personaje que se retorcía en el suelo. ¿Aquel... era...? – Es que el estúpido de Mike se le fue la mano, bueno, los dientes – rió por lo bajo. No podía ser, yo no había visto a Mike morder a Leonard. Eso significaba que Leonard se estaba convirtiendo en...
– ¡Huye Emily! ¡Huye...! – escuché, sin duda alguna era la voz de Leo, pero era diferente. Era una voz carraspeada, horrible. Estaba agonizando. No sabía que hacer, estaba clavada en la tierra. Miré a Leo, después a la mirada divertida de el ser de la oscuridad.
– Si voy contigo... ¿podré estar con él? – las manos me temblaban, tenía frío y miedo. Una capa negra me envolvió, protegiéndome de la helada noche.
– Sí – me susurró al oído. Me cogió en brazos y con un silbido hizo a Leonard seguirle.

Cuando llegamos al enorme castillo que se alzaba en la colina más alta de la isla vi pequeñas luces iluminar las ventanas de las torres.
Entramos por el portón que había al cruzar el largo puente levadizo de madera. ¿Cómo se las habían apañado para montar todo esto y que nadie en el planeta tierra se diera cuenta?¿ Ni siquiera las personas del pueblo? Raro... muy raro.

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